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Nuestros hijos y el uso recreativo de las pantallas

 

Hasta hace poco solía pensar o creer, basado en algunas lecturas de divulgadores científicos, que los efectos nocivos del uso recreativo de pantallas (tv, tabletas, IPad o laptops) podían ser mitigados si se mantenían a un nivel inferior a las dos horas diarias. La dificultad frente a este estándar se resumía a quién y cómo hacer control sobre su cumplimiento como regla de la casa. Los niños y niñas no se autorregulan y lo normal es que busquen quebrantar normas a la menor posibilidad. Y en un mundo en el que los adultos estamos “muy ocupados” “ausentes de casa” o simplemente “necesitados de algo de espacio y tiempo de tranquilidad”, las oportunidades abundan y la regla termina siendo vulnerada. El SARS-Cov-2 arrasó con los esfuerzos de restringir el uso recreativo de pantallas. Repentinamente, estaban todos metidos en la casa y en sus cuartos, muchos de ellos con pantallas al alcance de un clic.



En lo que respecta a mis niños, noté que algo andaba desajustado luego que tuve que explicar por tres veces en diferentes días el área y perímetro de la circunferencia a mi hijo del 6° de primaria. En un día posterior intrigado por el asunto, repregunté sobre el tema y ya lo había olvidado todo. Estaba seguro de que el año anterior (2019), conociendo su capacidad de atención y memoria, esto no habría ocurrido. Si bien mucho contexto había cambiado, lo más importante en términos de tiempo de dedicación era que, con nuestra anuencia, había incorporado en su rutina el uso de video juegos, incluyendo uso vespertino antes de irse a la cama. La práctica de algún deporte o actividad física naturalmente se había minimizado y la lectura  (que no sea la compulsiva del “Plan Lector”) prácticamente había desaparecido. Culminó su año escolar a trompicones y fue promovido como todos en su clase pero me quedó la duda de la calidad de su aprendizaje. Pensaba que el cambio forzoso en la modalidad educativa hacia lo virtual como efecto colateral del virus tiene mucho que ver. Pero no era suficiente. Fue cuando leí un artículo muy interesante sobre “La Fábrica de Cretinos Digitales”, libro de Michel Desmurget sobre los efectos del uso recreativo de pantallas, así que corrí a buscarlo en línea. No lo encontré en Perú y a través de una página me lo enviaron desde Chile.

Desmurget apunta directamente a la línea de flotación: los padres y madres solemos ser autocomplacientes y condescendientes con relación al uso recreativo de los dispositivos por parte de nuestros hijos. Tendemos a relativizar su uso engañados por la creencia de que son consustanciales a las nuevas generaciones, pensando incluso que se maximizarán sus habilidades informáticas o, en el peor de los casos, que con las medidas que tomamos neutralizamos cualquier posible efecto no deseado por que lo mantenemos en el margen.

Pero la cruda realidad es brutal. Los efectos perniciosos son inmediatos, visibles inclusos en tiempos de uso de hasta media hora diaria. Lo más grave del asunto es que el tiempo dedicado sigue una curva creciente con la edad, empezando muy temprano en la vida. Primero con la TV, luego con el celular o tableta, sin quitar el televisor, y conforme pasan los años van sumando tiempo y sofisticación de aparatos convertidos ya en adictos a su consumo. En promedio para países occidentales a partir de los dos años se pasan casi tres horas diarias en promedio frente a las pantallas; entre los 8 y 12 sube a 4 horas y 45 minutos en promedio y; entre los 13 y 18 años el consumo se acerca a las 6 horas y 45 minutos.

Los efectos, demostrados según numerosos estudios de tipo experimental y síntesis de revisiones sistemáticas señaladas en el libro nos gritan un efecto negativo contundente en la memoria, en la atención y concentración, en los aprendizajes, en el rendimiento escolar, en la propia inteligencia y más tarde en la vida, en su éxito académico y laboral.

¿Qué podemos hacer?:

En general los padres, madres u otros responsable del cuidado de las niñas y niños, no tenemos esta información. Pero ahora que la tenemos, haremos algo? Podríamos por ejemplo hacer causa común para que siguiendo lo recomendado por Desmurget:

  • Menores de 6 años: Cero pantallas.
  • 6-12 años: Como máximo entre 30 minutos en total por día, considerando cualquier dispositivo (pantalla)
  • 12 a más: como máximo 60 minutos en total por día, considerando cualquier dispositivo y tipo de uso.
  • Nunca por la mañana antes del colegio.
  • Nunca por las noches antes de acostarse.
  • Nunca en combinación con otras actividades: comida, trabajo, compartir, conversaciones, etc.
  • Instalar sistemas de control parental en los dispositivos.
  • Cero contenido que exalte la violencia, el sexo, el consumo de tabaco, de alcohol, marihuana etc.
  • Conversar con ellos sobre estas cosas, concientizarlos para que las acepten más allá del mero enfoque da autoridad.
  • Un par de mi experiencia personal: hacer la librería visible y accesible y repleta de numerosas y coloridas alternativas. Hacer que los libros sean omnipresentes y; hacer tiempo para interactuar más con ellos.

Desde el Estado, como documenta Desmurget, Taiwán ha legislado en favor de multas a padres que permiten a sus bebés de menos de 24 meses usa aplicaciones digitales o que no lo limiten entre edades de 2 a 18 años.  

En febrero comenzamos proactivamente con mi hijo de 12 años de edad. Mi pequeño de 8, por otras razones, ya tenía muy limitado el uso de dispositivos y televisión, por lo que ha sido una suerte de experimento natural desde su primera infancia. ¿Que hemos logrado? (con el de 12). Además que me ha forzado a dedicarle más tiempo (salimos una hora o más diariamente a manejar bici), tener una mayor interacción y absolver decenas de preguntas, algunas infames sobre la vida, la sexualidad, la muerte, las relaciones interpersonales, las historias de la abuelita Juana en el Chaspa y en La Joya (en Madre de Dios), que les encanta,  y, cómo no, su vida romántica.

Como señala Desmurget al cerebro le cuesta mucho más “no hacer nada” y tras el clásico “estoy aburrido” lo he visto merodeando la biblioteca de casa, tomando algunos libros y ojeándolos. Ya volvió a leer algunos y estoy seguro de que en cualquier momento ampliará su espectro en cantidad y calidad de contenidos. El inicio de clases ha roto esta nueva normalidad, y ahora estamos buscando rearmar la figura y sé que está padeciendo los síntomas de la falta de ese sistema de estímulo y recompensa inmediata y continua. De todos modos, en la semana no está autorizado jugar, no tiene un celular a su discreción y el uso de la computadora además de las clases sólo le está permitido para crear contenido (le gusta editar videos en Filmora suscripción que he pagado gustoso), hacer tareas o chatear con sus amigos por tiempo controlado y nunca antes de dormir. Pensé que iba a ser más traumática la transición pero se lo ha tomado bien. Ha funcionado una explicación profunda y continua de los efectos que tiene este tipo de actividades sobre su cerebro y su futuro, y aunque sé que le es difícil al no ser un tópico popular entre preadolescentes, ha conversado sobre esto con alguna de sus amigas y amigos, tratando de influirles. Es una causa noble, pero es claro que sin los padres y madres en el mismo barco no va a funcionar. No obstante, estoy consciente que el recuerdo de la adicción a la dopamina rápida de las pantallas y estar online siempre, hacen que trate de vulnerar las reglas y presiona por flexibilidades que no van a llegar.

Necesita compartir la carga. Por eso me animé a escribir este largo post.

Entre embromado y serio dice que por mi culpa “funarán” a todos sus amigos y que sería mejor que no firme el post para que no lo relacionen. Me hizo recordar que hace algunos años, según su hermano mayor, fue mi culpa que echaran a Jorge, el encargado del Quiosco en su colegio, quien ofertaba hamburguesas con papas fritas, pizzas, alimentos procesados y bollería y lo reemplazaran por un nuevo concesionario que instaló un Quiosco saludable. Confesaré que en ese caso, no tuve nada que ver.


Resumen del resumen de evidencias (señalo página del libro para los que quieren profundizar/corroborar)



  •  En bebés de 18 meses se ha observado que cada media hora que dediquen al día a un teléfono móvil multiplica casi por 2.5 la probabilidad de que sufran retrasos lingüísticos. En niños de entre 24-30 meses de edad el riesgo de presentar déficit de lenguaje aumenta proporcionalmente según el tiempo de exposición al televisor. 270
  • En bebés de 6-36 meses, cada hora diaria de manipulación de la tableta o del celular reduce su sueño nocturno en casi 30 minutos. 304
  • El riesgo de déficit lingüístico se cuadruplica en los niños de 15-48 meses de edad cuando su consumo es superior a las dos horas diarias. Y se sextuplica cuando el inicio de contacto es antes de los 12 meses.270. Cuanto mayor el consumo de pantallas, menor la inteligencia lingüística. Esta relación es comparable por su amplitud a la asociación encontrada entre el nivel de intoxicación con plomo (potente disruptor endocrino) y el cociente intelectual verbal. 271
  • Contemplar una pantalla por las mañanas antes de ir al colegio, nido o guardería, multiplica por 3.5 el riesgo de sufrir un retraso en el desarrollo lingüístico. 270
  • La interacción humana es clave en el desarrollo: Por cada hora que un niño de 4 años pasa delante de la pantalla de lunes a viernes, pierde 45 minutos de contacto con sus padres; un bebé de 18 meses, 52 minutos y un preadolescente de 10, 23 minutos. 262-263
  • Un televisor encendido en la sala o habitación reduce a la mitad el tiempo que un progenitor dedica a jugar activamente con su bebé (de 33% cuando está apagado a 17%). 263
  • De media los niños de 48 meses escuchan 925 palabras en una hora, pero cuando el televisor está encendido, esta cantidad se reduce a 155 palabras (85% menos!). p 271.  
  • En comparación con los bebés con un consumo reducido de televisión, menos de una hora al día, los de consumo moderado (entre 1-2 horas diarias); consumo medio (entre 2-3 horas); elevado (más de 3 horas diarias), multiplicaban su probabilidad de retraso en la adquisición del lenguaje en 1.45; 2.75 y 3.5 respectivamente. P 270
  • Cada hora que los niños en la educación primaria pasan a diario frente a la pantalla aumenta en casi un 50% la probabilidad de que desarrollen trastornos importantes de atención durante la secundaria. Un consumo de TV de entre 1-3 horas diarias en adolescentes de 14 años multiplica por 1.4 el riesgo de padecer problemas de atención a los 16 años. Y, los que presentan déficit de atención a los 16 años, tienen a los 22 un riesgo de 4 veces mayor de haber fracasado en los estudios. 283Un consumo diario de una hora de televisión a la edad dos años y medio está ligado a una reducción del 40% en las notas en matemáticas obtenidas a los 10 años. P222
  • En niños de 5 años, consumir contenidos digitales por más de dos horas al día tienen un riesgo seis veces mayor de desarrollar trastornos de atención respecto de los que no superaban la media hora. 284
  • Lectura y las palabras: En niños de quinto de primaria, los que leen en promedio diario 10 minutos por “puro placer” acumulan a lo largo de un año 600 mil palabras. Los que dedicaban más de 1 hora acumularon en total cerca de 5 millones de palabras. 279.
  • Niños de 4-5 años, luego de ver 9 minutos “Bob Esponja” (dibujo animado acelerado) pudieron controlar sólo 146 segundos la impulsividad (por consumir dos caramelos en lugar de 10 si esperaban a que el adulto cargo volviese) en tanto que lo son expuestos esperan 250 segundos de media (71% más). 286
  • La exposición a videojuego o televisión luego de una actividad de aprendizaje (1 hora después), dos o tres horas antes de dormir, reduce la retención de lo aprendido en 47% (videojuego) y 39% (película) respectivamente. Los no expuestos tienden a no recordar el 18%. P.86. Razón probable: Liberación de neurotransmisores que interfieren en la memoria.
  • Las niñas y niños de primaria que no tienen televisor en sus cuartos obtienen mejores calificaciones en matemáticas (19% más) y expresión escrita (17% más) respecto de los que sí tienen. P. 222.
  • Niños de entre 11-13 años que ven TV (vespertina) tienen 4.1 veces más probabilidades de no dormir de un tirón durante varios días a la semana (se despiertan antes de tiempo y no pueden volver a conciliar el sueño); 2.7 en caso de videojuegos; 2.9 en caso de celulares y 3.5 en redes sociales. 304
  • Por cada hora diaria que pasan los adolescentes de 14 frente a la pantalla el rendimiento escolar, medido en notas, se reduce 18 meses después. Dos horas equivalen a tener una calificación de C, respecto de una persona que consume cero pantalla, y que obtiene un A* (Escala: A*, A, B, C, D..) p221
  • Estudiantes con buen desempeño a los que se les premia con una consola de Play Station (que no tenían - podría haber sido cualquier otra consola seguramente) reducen su tiempo dedicado a los deberes y ven reducido su desempeño con relación a aquellos otros buenos estudiantes que no tuvieron el “premio”. 224.
  • El número de estudiantes que obtienen una media excelente A de nota disminuye de forma lineal en función al tiempo que dedican a ver televisión p. 222
  • Cada hora diaria que los estudiantes dedican al uso y manipulación de sus smartphones (teléfonos celulares “inteligentes”) supone un retroceso de casi cuatro puestos en el escalafón de notas. 226
  • Jóvenes de 12-20 años que usan celulares presentan casi tres veces más el riesgo de padecer déficit de atención respecto de los que no disponen de uno. 284
  • Jugar videojuegos o ver videos por más de una hora diaria conduce a duplicar el riesgo de menor capacidad de atención. 284
  • Jóvenes de 16 años que se van a dormir pasada la medianoche ven incrementado el riesgo de depresión en 25% y el de ideas suicidas en 20%. Niños y jóvenes de entre 5-19 años que usan dispositivos digitales al momento de irse a la cama (celulares) tienen 2.17 más chances de padecer falta de sueño.303
  • Adolescentes que pasan más de 4 horas diarias frente a una pantalla tienen 3.6 veces más riesgo de dormir poco (5-6 horas) y 2.1 veces más riesgo de dormir una cantidad insuficiente de tiempo (6-7 horas).304
  • Cada hora diaria dedicada al consumo de televisión entre los 5 y 15 años multiplica por dos el riesgo de permanecer desempleado por más de dos años entre los 18 y 32 años. P222.
  • Sólo el 3% del tiempo dedicado a medios digitales se emplea en la creación de contenido (blog, escribir programas, elaborar videos, etc). P.45
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